martes, 20 de abril de 2010





Las delicias de la vida.

Las espectativas que todos tenemos en la vida suelen ser tan obvias que no las sabemos diferenciar de los sueños.

¿Cúal es la diferencia entre ellas?

Comencemos por saber mirar, la primera es más, podríamos decir sabrosa. Nos sentimos tan llenos que creemos que estamos totalmente satisfechos, que ya mitigamos la sed de vida. Este sabor es tan nutriente como una comida completa: con su arroz, sus vegetales y su complemento.

Los sueños en cambio nunca nos dejan ese sabor de cariño, amor, energía que nos calma hasta quedar saciados. Estos, los sueños no podemos podemos saborearlos, degustarlos hasta estar llenos y cansados como cuando el placer se nos escapa por los poros.

Todos los sueños, al cumplirse ya dejan de ser sueños, ya son realidad.

Pero una cosa lleva a la otra. Cuando estamos a la espectativa de cumplir un sueño nos estamos regodeando del sabor que creemos que nos va a dar éste.

Cuando tengamos las espectativas de un sueño debemos acariciar, besar, disfrutar de ésta con mayor placer que el que nos va dar el sueño cumplido. Así es que para saber y poder vivir con más deleite palpemos más la satisfacción de las espectativas que del sueño en sí mismo.